miércoles, 29 de octubre de 2008

Un punto, y punto.

Empezar el campeonato puntuando fuera de casa, después de remontar un partido que se escapaba, parece un buen inicio liguero. Pero precisamente por eso, por ser el primer partido de liga, se debe analizar más allá del resultado. El 3-3 contra el Instaeco fue la anécdota de un partido que demostró que a los racinguistas les falta mucho trabajo por delante.

El partido tuvo un inicio algo especulativo por parte de ambos conjuntos, ya que ninguno de los dos equipos intimidaba la portería contraria. Y el primer gol fue un reflejo de ello, ya que el Instaeco marcó el 1-0, en el minuto 10, después de que Jordi, confiado, dejara pasar un balón que entró lentamente en la portería de Ivan, descolocado. Este gol desconcertó un poco a los racinguistas, pero entonces apareció Víctor, que en una jugada individual en pleno contraataque acortaba distancias y daba oxígeno a los hombres de Fernando. Parecía lógico que los equipos se iban con tablas a los vestuarios, pero el Instaeco aprovechó un error defensivo de los visitantes y pusieron el 2-1 en el marcador poco antes del descanso.

Se esperaba un Racing más agresivo en la segunda parte, y así fue, pero quién volvió a golpear fue el Instaeco, que sobre el minuto 15 materializaba en gol una falta después de que la barrera se abriera como si de las aguas de Moisés se tratara. Este tanto dejaba muy tocado al Racing, pero no hundido. En parte gracias a la inspiración de Víctor, que en tres minutos igualó el partido con dos goles; el primero después de fusilar al portero tras un tuya-mía con Jose, y el segundo, con una pizca de suerte, después de que un centrochut sin ángulo rebotara en un defensa rival y se colara en la red de los locales.

Quedaban poco más de cinco minutos después de que el Racing consiguiera hacer lo que mejor se le dio la pasada temporada, es decir, remontar el partido. Y, aunque la remontada se quedara en un simple empata, los racinguistas pueden dar gracias, ya que en los últimos minutos del encuentro Ramon fue expulsado por doble amarilla, Ivan atrapó varios balones a bocajarro y Jordi, a falta de 10 segundos, sacó un balón sobre la línea. Esta última acción propició la polémica, debido a que los locales le recriminaron al árbitro, un vacilón, que Jordi se había ayudado de la mano para evitar el gol…

Al final, un empate que dejó un sabor agridulce en los jugadores racinguistas. Agrio por la manera de jugar y por la sensación de que en ese campo se debían de haber sumando los tres puntos. Y dulce, porque se remontó y se salvó un punto en el último segundo. Así que el próximo partido se espera que ese sabor amargo se vaya diluyendo gracias a un fútbol mucho más dulce. Una dulzura que solo se conseguirá con el tiempo y el entendimiento de un equipo que está naciendo.